- Una contraseña ha de ser sencilla. Desde luego, la clave TMXKQGSW resulta bastante segura frente a hackers que lo intentan al azar, pero es muy difícil de recordar.
- Una contraseña no debe tener significado. Las palabras con significado son las más fáciles de reventar. Esto no excluye que sean sencillas de memorizar. Ejemplos: ZAZAMELI, PERPOLAS, RATOGARU.
- Una contraseña hay que memorizarla, no apuntarla. Quien no se fíe demasiado de su memoria a largo plazo, puede apuntar su palabra clave, pero nunca de manera que un extraño pueda reconocerla como tal. Así, nunca se la ha de escribir en el listín telefónico bajo CLAVE, SECRETO u ORDENADOR. Es mejor garabatearla en la agenda junto al recordatorio del cumpleaños de la abuela. En ningún caso se debe dejar la nota escrita cerca del ordenador, bajo el teléfono o pinchada en el panel de corcho.
- De vez en cuando conviene cambiar la contraseña. Por si acaso alguien no autorizado ya lo conoce pero todavía no se ha decidido a usarlo. Tampoco es preciso cambiarlo muy a menudo, podría causarnos molestas equivocaciones.
- Una contraseña se teclea en privado. Al introducir la clave antes de comenzar una sesión de trabajo, hay que asegurarse de que nadie mire por encima del hombro. Las personas de confianza hacen honor a su nombre respetando la intimidad del propietario de la clave.
- Ciertas palabras nunca han de servir de contraseña:
- Nombres propios y apellidos.
- Apodos. El propio, jamás, pero tampoco el del perro o el gato.
- Palabras informáticas, como TEST, SYSTEM, CHECK, BYTE...
- Fechas de cumpleaños.
- Cadenas con método: ABCDEFGH, A1B2C3, QWERTY...
- Palabras de moda: CHUNGO, GUAI, SUPER, TOTAL...
- Nombres de la mitología, la literatura o ciencia-ficción: Zeus, Quijote, Spock, Frodo...
- La palabra clave por antonomasia: (ábrete) SESAMO.
Articulo extraído de la revista "Muy Interesante", noviembre 1.989
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